A estas alturas, los usuarios de Internet, especialmente en redes
sociales, están más que acostumbrados a conversar entre ellos. En la
práctica totalidad de las ocasiones que lo hacen comparten impresiones
sobre asuntos diversos, enlaces que otros pueden considerar de interés
o, simplemente, hablan unos con otros sobre temas intrascendentes o
bromean. Hasta aquí, ningún problema. Lo malo viene cuando uno o varios
usuarios hacen uso de las posibilidades que Internet les ofrece para llevar a cabo malas prácticas y acosar o difamar a terceros en las redes sociales, por correo electrónico,
etc. Ese tipo de trolls pueden resultar verdaderamente dañinos, lo que
está obligando a intervenir a varias compañías de Internet, como sucede
con Twitter, que ha anunciado su intención de tomar medidas para la protección de usuarios (por ahora sólo de cuentas verificadas) después de que la hija de Robin Williams fuese acosada en dicha red social tras la muerte de su padre.
En varias ocasiones, también se ve obligada a intervenir la justicia, y en la actualidad, las autoridades de diversos países están tomando medidas contra este tipo de actividades y los que las llevan a cabo. Un ejemplo de esto es el Reino Unido, que cuenta con una ley con la que los jueces pueden enviar hasta seis meses a la cárcel a este tipo de trolls.
Así, un hombre fue condenado a 18 semanas de cárcel el mes pasado por
una campaña de acoso contra una abogada. Pero como no parece que las
penas propuestas en ella, que van desde multas a penas de prisión,
pasando por trabajos comunitarios, paren de acosar a sus víctimas, el
gobierno británico quiere endurecerla, y elevar la pena de prisión para
este tipo de delito de los hasta seis meses actuales a un máximo de dos
años.
En efecto, tal como ha comentado el Secretario de Justicia británico al periódico The Daily Mail,
va a presentar una propuesta para cuatriplicar la pena de hasta seis
meses de prisión que puede dictarse actualmente en el país para los
casos de abusos online. Esta pena está reservada para los usuarios de internet que vierten en la red comentarios ofensivos y difamatorios contra terceros,
y ya ha habido varios casos. Por ejemplo, el estudiante de derecho
Joshua Cryer fue condenado a dos años de trabajo comunitario por
publicar tweets racistas dirigidos al futbolista Stan Collymore.
Asimismo, dos británicos terminaron en prisión tras ser declarados
culpables de amenazas de violación vertidas a través de Twitter.
Pero esta ley, que cuenta con numerosos apoyos, también tiene sus críticos, puesto que hay quien considera que puede ir en contra de la libertad de expresión, dado que no aclara dónde está el límite entre dicha libertad y la difamación. Tal como está formulada, afirman, podría aplicarse simplemente contra alguien que defienda una postura con mucha vehemencia
a la hora de criticar a otros. Un ejemplo de esto es la famosa condena a
Paul Chambers, un habitante de una localidad del condado de Yorkshire,
que bromeó en Twitter a principios de 2010 sobre la posibilidad de volar
el aeropuerto Robin Hood, cerrado tras una fuerte nevada, porque le
impedía viajar.
Una semana después de la broma, fue detenido por la policía, que
registró su casa, además de confiscar su móvil, su portátil y el disco
duro de su ordenador de sobremesa. Meses después, Chambers fue declarado
culpable de publicar un mensaje considerado, en virtud de la Ley de
Comunicaciones de 2003, como “extremadamente ofensivo, obsceno o de
carácter amenazante”. Como consecuencia, fue condenado a una multa de 385 libras y al pago de 600 libras en concepto de costas
judiciales. Además, fue despedido de su trabajo. Chambers apeló la
sentencia tres veces. Las dos primeras, la justicia rechazó la
apelación, mientras que la tercera, interpuesta ante el Tribunal Supremo
de Londres, resultó favorable, y se retiró la condena en su contra.
Habrá que ver cómo evoluciona la polémica entre los partidarios del
endurecimiento de las penas y los que defienden que debe quedar clara la
división entre meras críticas y acoso y difamación. La solución no
parece muy sencilla, aunque sin duda hay que evitar este tipo de
situaciones y poner barreras a los comportamientos delictivos en
Internet.
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