Todavía recuerdo perfectamente la llevada (o la popularización, para ser más exactos) del CD de audio como alternativa a los vinilos y a las cintas de casete. También viví en primera persona la transición de los soportes clásicos a la compra de música y de vídeo en digital (a través de Internet). Igual con la aparición de los primeros e-readers y, por cuestiones profesionales, he experimentado en primera persona la transición de papel a digital en los medios de comunicación impresos.
En todos y cada uno de los casos, el proceso nunca ha seguido una línea
uniforme, puesto que diversos factores lo han impedido. En primer lugar
está, claro, la común resistencia del ser humano al cambio. Por otra
parte, claro, está la legítima defensa de sus intereses, por parte de
aquellos que “viven” del modelo que se ve amenazado por el cambio. Por
ejemplo, es comprensible que las imprentas no se muestren precisamente
entusiasmadas por el éxito de libro y revistas en formato electrónico.
En el primer caso, cabe esperar que la popularización y normalización
acabe por atraer a esa resistencia que, al probar la novedad, descubra
sus ventajas y abandone el resquemor. El segundo caso, el de los
afectados por el cambio, es bastante más difícil. Ya lo adelantó Nicholas Negroponte en su ensayo “Being Digital”, publicado en 1995: la revolución digital obligaría a reconversiones y costaría puestos de trabajo. Aquí, claro, la capacidad de adaptación es esencial,
aunque visto el historial de muchas grandes empresas cuya seguridad
se ha visto comprometida por esta amenaza durante los últimos años, parece que esa es una palabra que no figura en sus diccionarios.
Hay, no obstante, un tercer factor, todavía más importante, y que impide esa progresión lineal, y es que al tratarse de innovación, ¿quién sabe qué camino hay que seguir?
Los que hoy en día practicamos (con mayor o menor frecuencia) el
senderismo lo tenemos muy fácil, tan sólo tenemos que seguir caminos y
senderos cartografiados y señalizados. Sin embargo, hay que recordar que
alguien tuvo que seguir ese camino por primera vez, es decir, cuando aún no lo era.
Y con las lógicas dudas al respecto. Podría haberse perdido, haberse
encontrado con animales salvajes, ser sorprendido por una tormenta… ser
pionero nunca es fácil. En esa situación se encuentran quienes
deciden lanzarse a abrir caminos y senderos en la industria de los
contenidos digitales, a veces con éxito (los casos de Apple con iTunes y
de Amazon con Kindle son paradigmáticos), otras desgraciadamente acaban
en un fracaso. Así, trazar una cartografía con la que intentar
facilitar los primeros pasos en esos nuevos campos tiene un gran valor,
puesto que puede reducir (aunque nunca eliminar) el riesgo de errar. En
esa línea se mueve Teamlabs que, junto a Bubok, organiza Bookathon, un hackathon sobre el futuro de la lectura digital.
En este encuentro que se celebrará el próximo día 15 de octubre en el Medialab Prado de Madrid,
los participantes trabajarán precisamente en intentar desarrollar tanto
prototipos como proyectos que busquen explorar el futuro de la lectura
en plataformas digitales (tablets, e-readers, etcétera). Para tal fin,
se ha convocado a profesionales relacionados con la actividad editorial
(escritores, editores, diseñadores, periodistas, etcétera), que podrán
asistir de manera gratuita a la sesión de trabajo, que se prolongará
desde las 10.00 hasta las 18.00. La inscripción en el evento se puede
efectuar desde su página web,
y además los participantes podrán optar a un premio consistente en una
beca por el 100% del importe del máster MasterYourself Publishing de
Teamlabs, un postgrado valorado en 9.000 euros y centrado, precisamente, en la conversión de aquellos profesionales que han trabajado durante años en el mundo de la publicación impresa y tienen que y/o quieren saltar al mundo digital.
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