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viernes, 24 de octubre de 2014

En Reino Unido quieren encarcelar dos años a los trolls de Internet

A estas alturas, los usuarios de Internet, especialmente en redes sociales, están más que acostumbrados a conversar entre ellos. En la práctica totalidad de las ocasiones que lo hacen comparten impresiones sobre asuntos diversos, enlaces que otros pueden considerar de interés o, simplemente, hablan unos con otros sobre temas intrascendentes o bromean. Hasta aquí, ningún problema. Lo malo viene cuando uno o varios usuarios hacen uso de las posibilidades que Internet les ofrece para llevar a cabo malas prácticas y acosar o difamar a terceros en las redes sociales, por correo electrónico, etc. Ese tipo de trolls pueden resultar verdaderamente dañinos, lo que está obligando a intervenir a varias compañías de Internet, como sucede con Twitter, que ha anunciado su intención de tomar medidas para la protección de usuarios (por ahora sólo de cuentas verificadas) después de que la hija de Robin Williams fuese acosada en dicha red social tras la muerte de su padre.
En varias ocasiones, también se ve obligada a intervenir la justicia, y en la actualidad, las autoridades de diversos países están tomando medidas contra este tipo de actividades y los que las llevan a cabo. Un ejemplo de esto es el Reino Unido, que cuenta con una ley con la que los jueces pueden enviar hasta seis meses a la cárcel a este tipo de trolls. Así, un hombre fue condenado a 18 semanas de cárcel el mes pasado por una campaña de acoso contra una abogada. Pero como no parece que las penas propuestas en ella, que van desde multas a penas de prisión, pasando por trabajos comunitarios, paren de acosar a sus víctimas, el gobierno británico quiere endurecerla, y elevar la pena de prisión para este tipo de delito de los hasta seis meses actuales a un máximo de dos años.
En efecto, tal como ha comentado el Secretario de Justicia británico al periódico The Daily Mail, va a presentar una propuesta para cuatriplicar la pena de hasta seis meses de prisión que puede dictarse actualmente en el país para los casos de abusos online. Esta pena está reservada para los usuarios de internet que vierten en la red comentarios ofensivos y difamatorios contra terceros, y ya ha habido varios casos. Por ejemplo, el estudiante de derecho Joshua Cryer fue condenado a dos años de trabajo comunitario por publicar tweets racistas dirigidos al futbolista Stan Collymore. Asimismo, dos británicos terminaron en prisión tras ser declarados culpables de amenazas de violación vertidas a través de Twitter.
Pero esta ley, que cuenta con numerosos apoyos, también tiene sus críticos, puesto que hay quien considera que puede ir en contra de la libertad de expresión, dado que no aclara dónde está el límite entre dicha libertad y la difamación. Tal como está formulada, afirman, podría aplicarse simplemente contra alguien que defienda una postura con mucha vehemencia a la hora de criticar a otros. Un ejemplo de esto es la famosa condena a Paul Chambers, un habitante de una localidad del condado de Yorkshire, que bromeó en Twitter a principios de 2010 sobre la posibilidad de volar el aeropuerto Robin Hood, cerrado tras una fuerte nevada, porque le impedía viajar.
Una semana después de la broma, fue detenido por la policía, que registró su casa, además de confiscar su móvil, su portátil y el disco duro de su ordenador de sobremesa. Meses después, Chambers fue declarado culpable de publicar un mensaje considerado, en virtud de la Ley de Comunicaciones de 2003, como “extremadamente ofensivo, obsceno o de carácter amenazante”. Como consecuencia, fue condenado a una multa de 385 libras y al pago de 600 libras en concepto de costas judiciales. Además, fue despedido de su trabajo. Chambers apeló la sentencia tres veces. Las dos primeras, la justicia rechazó la apelación, mientras que la tercera, interpuesta ante el Tribunal Supremo de Londres, resultó favorable, y se retiró la condena en su contra. Habrá que ver cómo evoluciona la polémica entre los partidarios del endurecimiento de las penas y los que defienden que debe quedar clara la división entre meras críticas y acoso y difamación. La solución no parece muy sencilla, aunque sin duda hay que evitar este tipo de situaciones y poner barreras a los comportamientos delictivos en Internet.

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